Todo se mueve todo el rato, de arriba abajo, de dentro a afuera, un ir y venir, y un vuelta a empezar. De la gallina al huevo y del huevo a la gallina. ¿Qué fue primero? Tal vez da igual. Hoy quiero colocarme entre lo que “creo” y lo que “creo”. Entre la cabeza y los pies, entre el hacer y el pensar, entre polo y polo,… en ese misterioso lugar.
“Vivir consiste en sobrevivir, en competir y en ser más fuerte que el otro”
Y sí, parece que en esta realidad polar siempre emergen dos bandos enfrentados. En lo que ahora nos atañe, los defensores del “si no lo veo no lo creo” y los del “creer es crear”. Más allá del enfrentamiento, o siquiera de la “verdad”, lo interesante es plantearnos si somos realmente dueños de lo que pensamos y lo que hacemos, y la relación misteriosa que existe entre lo uno y lo otro. ¿Existe realmente la libertad de pensamiento? ¿Somos realmente seres creadores con capacidad para inventar, más allá de la réplica o el azar?
“No vemos las cosas como son, sino como somos”
Una creencia no es ni más ni menos que un recurso de adaptación psicológica que nos permite dar sentido y significado a la realidad. Es una manera de interpretar la realidad desde nuestro estado concreto de conciencia, es la expresión del vínculo entre lo interno y lo externo, a un nivel mental. Y una creación consiste en generar algo nuevo, dar existencia a algo a partir de la nada.
“Papá y mamá son mi mundo, mi vida, mi amor y mi seguridad”
Así, llegamos a este mundo como bebés totalmente vulnerables, desvalidos y dependientes. Pero, según vamos moviéndonos, poco a poco, también se va desarrollando nuestro mundo mental. Y claro, cada uno crea el suyo, su película, con su escenario, sus personajes, su trama, su vida y su propósito vital. Creo mi sistema de creencias y desde ahí “creo y creo”, pasito a pasito, haciendo lo que sé y lo que puedo, mientras experimento con el mundo. “Creer para crear” y “crear para creer”. El orden, tal vez da igual. Lo interesante es descubrir nuestro papel y nuestro poder personal. Comprender si puedo hacer algo para expandir mis propios límites, para creer, crecer y crear; para crear, crecer y creer; para caminar más allá de mí propia película y bucear más allá de mi hogar.
“Si cambiamos la forma de ver las cosas las cosas cambian de forma”
Y nada, las creencias, como las creaciones, y como los huevos y las gallinas, no son ni buenas ni malas, ni liberadoras ni exclavizantes. Simplemente, son parte de nuestra naturaleza como seres conscientes y creadores. La interpretación y la expresión que suceden en mí durante mi experiencia vital. Creencias y creaciones, perfectas en sí mismas, que, por un lado, nos ayudan a dar significado al mundo y, por el otro, no nos dejan comprenderlo; que nos permiten desarrollarnos y a la vez nos atan de pies y manos. Ni más ni menos, como “llorar para mamar”, o como “el huevo para la gallina”. Un lugar seguro para nuestro desarrollo, pero una cárcel sin barrotes si no acompañamos su transformación.
“Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo mi vida y yo lo llamaré destino”
Simplemente es lo que creo me toca ahora en lo personal. Cuestionar mis creencias y mi manera de accionar. Prestar atención a todo eso que me comprime, me sujeta o me angustia. Todos esos límites que permitieron el desarrollo de mi niño, pero que ahora no me dejan abrazarme, sonreír y respirar. Explorar profundo por mis raíces, mi tablero de juego y mi identidad. Y decidir cómo continúa mi película y a quién quiero ahora representar. Sin más, como con cualquier cosa, como cuando la vida nos empuja a cambiar de trabajo, de casa, de pareja, de amistades, de aficiones o de lo que sea… Comprender que todo cambia, que todo se mueve todo el rato, y que, en esta vida, la energía solo se puede transformar.
“El corazón tiene razones que la razón no entiende”
Y así voy caminando como puedo y como creo. Sin más, con la brújula bajo el pecho y acercándome o alejándome a lo que “me sienta bien o me sienta mal”. Quien sabe, quizás sea éste, aquel misterioso lugar… Este sentir en el cuerpo, este pulsar entre «lo que creo y lo que creo», este espacio sagrado dónde escuchar el lenguaje universal. Quizás se trata de un equilibrio dinámico que orienta sutilmente mi energía, ofreciendo espacio a la Vida, que juega a expresar su voluntad.