caminando hacia el «doler»…

Nadie me contó cómo sería relacionarme contigo. Tampoco recuerdo haber preguntado ni haber leído nada al respecto. Pero, de alguna manera, no me gustas, no te quiero cerca, y me escondo o corro hacia otro lado cuando te siento cerca. Mi niño se asusta con tu mínima fragancia, con el susurrar de tus pisadas, con tan solo imaginar tu mirada. ¡Ay dolor misterioso! Solo pensarte, y mi cuerpo se queda sin aire. Solo nombrarte, y mi cabeza se llena de fantasmas. Como corriendo hacia ninguna parte, como tratando de nadar sobre lodos de profunda oscuridad. No me gustas, me haces mal, haces que tiemble y me estremezca, que huya como loco y me endurezca.

Y yo no quiero doler. Pero claro, como la existencia también tiene un hueco para ti, llega siempre el instante en el que la vida nos enfrenta. Y entonces, sin protección suficiente ni lugar en donde meterme, tu presencia se convierte en una angustia insoportable. Me estremezco, aprieto los dientes y me pongo duro y pesado. Cierro los ojos, y rezo para que todo pase. Así, hasta que con la salida del poco aire que me sostiene, suspiro y vuelvo a mi guarida bajo tierra. Aterrado, hasta que llega la calma de vuelta. Eclipsado, siempre en el recuerdo de la luz y la sonrisa. Sintiendo como mío, el olor de tus axilas a la vuelta de la esquina. Deseando siempre tu muerte, pero sabiendo, que irremediablemente, no voy a poder escaparme…

Y yo quiero ser feliz. Pero claro, me contaron que contigo no puedo en ninguna parte. Y yo trato de esconderme o esconderte, de no coincidir para no ensuciar mí sangre. Y sí, al principio parecía funcionar; la ilusión de los Reyes magos, la protección de los Estados del bienestar, un mundo de igualdad, justicia y libertad… Vamos que, con tener la panza llena de azúcar y un circo de colores para mirar, la felicidad siempre parece estar ahí cerquita, al alcance, a puntito de llegar… Pero no, nunca llega y no es real. Ya no me lo creo. Ni me creo lo que me cuentan desde la tele, ni tampoco lo que me cuento yo, desde mi guarida y mi disfraz. Estoy cansado de esconderme y de esconderte. Quiero salir del armario, dejarte salir a ti también, y así poder descansar en paz. Aunque tenga que correr el riesgo de encontrarme contigo. Aunque tenga que mirarle al miedo a los ojos y arrojar la ilusión de tu muerte al mar.

Y en el cómo es donde choco y me choco, como un niño en un tío vivo, subiendo y bajando sin parar. Queriendo subirme cuando estoy abajo y bajarme cuando el vértigo me agarra el pecho y me da cagazo. Y no sé cómo hacer… Quizás, correr un poco menos y respirar un poco más. Quizás, escuchar un poco menos a mi cabeza cuando se asusta, y ofrecer más espacio al corazón y al sentir cuando se quieren expresar. Quizás, escuchar menos mentiras disfrazadas, usar un poco menos mí disfraz, entregarme un poco más a lo real… Pero no lo sé, no sé cómo hacer para encontrarme contigo y que no me duela y me haga mal…

Doler o no doler, estar o no estar. Quién sabe si tal vez no se trate de historias ajenas a mí y a ti, anécdotas vitales que lleguen desde el más allá. Más allá de mis deseos y mis elecciones, como destinos arrojados a nuestras vidas desde otro lugar. Y quizás así está bien. Está bien que en el escenario de la vida se sucedan las escenas de vida y muerte, dolor y gozo. Está bien que todo quepa, y que así se dé también lugar para la creatividad y el misterio. Misterio de una vida que no es ni justa ni lógica. Misterio de poder vivirla acompañado del dolor y de la muerte, simplemente como algo más, como ese “estar representando” o como la fragancia de mi alma que no cesa en mostrarme mi camino de vuelta hacia el hogar.

Enviar WhatsApp

Déjanos tus datos y nos pondremos en contacto contigo

¡Pregúntanos por el curso o retiro que quieras!

Gracias por confiar en nosotros. Nos pondremos en contacto contigo

Quiero más información

Pronto nos pondremos en contacto contigo

Gracias por confiar en nosotros. Nos pondremos en contacto contigo

Suscríbete gratuitamente a nuestra newsletter

Cada semana recibirás un correo con artículos, reflexiones, ejercicios y meditaciones guiadas que te acompañarán para tomar perspectiva y enriquecerte de conocimiento.

Gracias, ¡tu suscripción ha sido confirmada!